IMPOSIBLE LOVE. II PARTE.

Publicado en por PERCY ZUTA

Al retroceder en el tiempo, se me vienen a la mente esa imagen de una ciudad de Chachapoyas, con sus calles accidentadas y barrosas en épocas de lluvia. Muchas casas de adobe, con sus respectivos balcones, algunos aferrados a morir en el tiempo. Y ni que hablar de los techos en su mayoría de eternit o calamina, que le daban su desentonado y llamativo brillo por el sol con su toque de óxido, visualizados desde el famoso puma urco, la chacra de mi abuelo.

Quizá en el año 94, comenzaron a extinguirse esos bulliciosos pero necesarios sonidos de bocinas que anunciaban el paso de los panaderos que con canasta en la espalda despachaban el pan a domicilio. Tan tradicional y agarra hambre de la época en nuestra ciudad. Pero también, lo más novedoso fue la instalación de los teléfonos discado directo por la empresa telefónica. Donde al margen de lo negativo como generar deuda en las familias, el teléfono fijo se volvió de moda para; coordinar tareas, chismear entre vecinos, generar citas, y hasta para hacer declaraciones de amor en algún programa de radio y al aire (contada seguramente en otra historia).

Justamente el uso del discado directo, fue el cómplice para matar mi angustia de aquella noche, y saber, qué había pasado con mi mejor amiga en esa cita inusual en el coliseo. Utilicé el recurso de emergencia, un cuchillo para teclear los números y adulterar la cajita de madera del teléfono, cuyo uso era para controlar las llamadas salientes. Mi mejor amiga me contestó rápidamente como si hubiera estado esperando mi llamada. Recuerdo claramente que fue a la tercera timbrada. Empezamos el rezo explicativo por parte de ella con un: acabo de llegar de una cita, me estuviste llamando?.

Ella: Al minuto. 
Zurdo, ¡felicitaciones! por lo de anoche. Cuando culminaron el partido entré a la cancha pero para jalarte las orejas, porque no jugaste un gran partido, hiciste renegar a más de uno, por fallar las más fáciles. Pero merecías un abrazo por esa canasta de espaldas, pero sobre todo porque ganaron y clasificaron a la otra etapa.

YO: a los 2 minutos. 
En mi mente renegaba sobre su argumento halagador que pasó a segundo plano, ya que ni siquiera habíamos entrado al tema que me incumbía y me había incitado a violentar el teléfono. La tuve que cortar para preguntarle: no tienes algo que contarme?.

Ella: a los 3 minutos. 
Entre risas comentó: ¡Ah! sobre la cita de hoy con el chato. No te imaginas, fue de película, y también que te va a causar extrañeza y hasta te vas a reír burlándote. Pero… tienes tiempo para contarte no?

Yo: a los 6 minutos. 
Desmejorado, con un recibo de teléfono y un sermón de mi padre en mi imaginación, le respondí: tengo todo el tiempo. Empieza desde la cita de anoche y luego la cita de hoy como lo acabas de decir.

Ella: A los 7 minutos.
Relató: Te acuerdas que te conté que el chato me citó para conversar en las afueras del coliseo. Pues fui por consejo tuyo, a pararme 7 minutos, a dos metros de la puerta de entrada y a 70 cmts de distancia entre yo y él. Pues que crees, se me declaró. Lo más gracioso fue que; yo le dije que SI, no me preguntes por qué, pero por alguna razón le dije que SI y con las mismas entre corriendo al coliseo, dejándole parado en la escena.

Yo: A los 15 minutos. 
Devastado por la respuesta, combinado con el recibo de teléfono en mi mente, pero con la frente en alto, solo atine a decir. ¡Ah!

Ella: A los 16 minutos. 
Zurdo, te puedo preguntar algo?

Yo: a los 17 minutos.
Luego de un tiempo silencioso, aún con la dignidad de un perdedor y con el pecho erguido de un buen zurdo le respondí. Claro AMIGA, dime.

Ella: A los 18 minutos. 
Con esa voz encantadora y con breve dominio de la conversa lanzó la pregunta: Anoche hablaste con la mujer cañita? Es decir le dijiste algo?.

Yo: a los 19 minutos. 
Cual saliente de un coma, reaccioné a la velocidad de la luz y aparte de ponerme de mil colores y acordarme de esa escena olvidada, le respondí con otra pregunta: ¿Por qué?.

Ella: Aún a los 19 minutos. 
Volvió a preguntar: solo respóndeme con un SI o un NO.

Yo: a los 20 minutos. 
Le respondí con un contundente SI. Mientras te fuiste a las afueras del coliseo yo me puse a conversar con ella, le dije.

Ella. A los 25 minutos. 
Ya con una voz más pausada dijo: pues hoy en el recreo se me acercó a preguntar si yo ya estaba con el chato. Sorprendida por saber qué es lo que ella sabía, me comentó la conversación que tuvieron contigo anoche. Un hecho que me llevó a mi segunda cita el día de hoy del cual recién llego.

Yo: A los 40 minutos. 
Con la reacción aún a medias, seguro estoy, mas era por la preocupación del recibo de teléfono que por las malas noticias que me las decía mi mejor amiga. En vez de aprovechar el argumento de introducción que ella había empezado, para por fin decirle lo que debía saber, preferí utilizar cual principiante otra pregunta: no entendí eso de segunda cita, me puedes explicar?.

Ella: a los 42 minutos. 
Entre otras cosas me dijo: Zurdo, eres o te haces. Anoche por alguna razón le dije que SI al chato, pero después de saber lo que le dijiste a la mujer cañita, hoy fui a verme con el chato para terminarle, pues sentí que había cometido el error de mi vida y tenía que subsanarlo.

Yo: a los 43 minutos. 
Cuando me estaba impulsando a decirle lo que sentía, mi madre entro en acción para quitarme el impulso, con su voz de mando clásica que en milésimas de segundo me hizo recordar el recibo del teléfono y las consecuencias que se venían. Pero curiosamente esta vez no fue para llamarme la atención, si no para decirme que me buscaban. Cuando le respondí con otra pregunta, de saber quién era: me dio el nombre de “el chato”. Que me estaba esperando en la puerta.

Ella: A los 44 minutos. 
Aun en linea pero para despedirse, me dijo: si aún buscas respuestas, conversa con el chato, que te dirá todo lo que necesitas saber.

Yo: a los 45 minutos. 
También tuve que cortar la llamada. Y claro más confundido que antes de realizar esta llamada clandestina, cuya gracia fue de S/. 112.50 nuevos soles, ni que hablar de las consecuencias que aún me duelen por la hishangueada.

Antes de atender a la visita, muy preocupado fui a mi cuarto a ponerme mi casaca favorita para el frío. Al entrar, mi grabadora fiel acompañante, sonaba a volumen perfecto de disfrute, aquella canción “MOJADA” de Vilma palma e vampiros. Una canción que creo marcó el inicio del final de una amistad con mi mejor amiga. También creo, que como buen amigo, mi pata cuy había atinado con las músicas que me grabó.

A mi favor tendría que decir. Que a esa edad, la amistad entre dos personas, puede ser el inicio de una gran relación o perderse para siempre. Perdí a mi mejor amiga para bien, pero también perdí a un mediano amigo para mal. Conquiste un corazón y fue fundamental en mis objetivos formativos. Y es que esas cosas solo pasan cuando hay alguien quien te motiva y sin darse cuenta te ayuda a salir a delante, aún en la distancia. Años después cuando nos contactamos ya con nuestras vidas hechas, al preguntarnos qué canción se nos viene a la mente, coincidimos sin saber, con esta misma canción.

Un aprendiz de 80 años.

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